Auschwitz. Un panorama desolador.
No pensaba publicar estas fotos ni hacer un audiovisual al respecto de mí paso por este campo de exterminio de Auschwitz. El cambio de decisión que me anima a publicarlo viene al recibir un mensaje por redes sociales de un señor: Pedro de 93 años. Dando ánimos para quedarnos en casa para vencer esta pandemia que nos azota. Él, cuenta que confinamiento y aislamiento fue lo suyo, al sobrevivir a un campo de concentración, y que más o menos viene a decirnos que esto es “jauja” comparado con lo suyo. Así que, por favor, seamos valientes y quedémonos en casa un poco más. ¡Qué ironía, en CASA!
Por otro lado, siempre publico y comparto fotografías de los paisajes por donde viajo, y en esta ocasión, en vez de paisajes deseo mostrar un panorama. Término este a veces confundido con el de paisaje. Panorama: “Aspecto de conjunto de una cuestión”, según la segunda acepción del diccionario de la RAE.
Y a ello voy.
Este documento que os traigo, está exento de datos históricos en cuanto a cifras de represaliados, millones de muertos -o mejor dicho de asesinados-. Tampoco de metros cuadrados de superficie de estos campos ni cantidad de pabellones dedicados a uno u otro fin de hacinamiento. Ni de la procedencia geográfica ni condición religiosa o política de los presos. Para esto hay infinidad de información y documentación publicada en diferentes medios: archivos históricos, documentales, películas, libros,...
Mi única pretensión al publicar estas fotografías es intentar transmitir y mostrar los sentimientos y sensaciones que tuve en una larga visita.
El revelado y la edición de las fotografías para montar este audiovisual, lo he realizado en blanco y negro, porque yo lo vi así, acaso será porque mi cerebro así lo tiene grabado al haber visto tantas imágenes de la época. Pero, a la vez, he querido dar una pincelada de color, para recordar que aquellos que sufrieron tal “confinamiento”, lo vivieron en color, ya que eso no se lo pudieron arrebatar; la libertad de ver.
Finalmente reflexionar y hacer ver que de aquella “pandemia ideológica”, de aquella locura, los enfermos y contagiados no eran precisamente los que perdían la vida. No, los enfermos eran los otros.
El deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió,
hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder,
que el mal puede desencadenarse.
El odio racial, la violencia y las idolatrías todavía proliferan.
Elie Wiesel.