La fotografía y el paisaje son dos ejes que inciden en un mismo vértice tal como yo lo veo y siento. Entendiendo la fotografía como una representación gráfica de algo real, obtenida mediante algún proceso con la ayuda de la luz. Y por paisaje se deberá entender tal como se aprueba en el CONVENIO EUROPEO del Paisaje, celebrado en Florencia el 20 de octubre de 2000: Cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos. Esta definición me parece más acorde, completa y coherente que la realizada por la Real Academia Española: Parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar. Quizás se ajustara esta definición mejor a Panorama, pero esto ya es asunto de los lingüistas y geógrafos.
Torrecilla, 1919 metros. Sierra de las Nieves. Málaga. A veces es necesario adentrarse en los valles de las montañas, aunque la meteorología no sea acorde para la comodidad del montañismo, pero si para hacer fotografías en condiciones de luz, para mi gusto, óptimas.
La definición de la RAE puede parecer más simple o sencilla, aunque ciertamente se trata de VER una extensión de terreno –o mejor dicho, territorio– desde un lugar, pero es necesario completar esta acción con PERCIBIR/OBSERVAR y aún más necesario con la acción de MIRAR.
Quejigo de montaña. Sierra de las Nieves. Málaga. El ejemplar se encuentra en el Puerto de Froncaire, haciendo de frontera con la alta montaña por esta vía de ascenso al Torrecilla, 1919 metros.
Uniendo estos conceptos se facilita al fotógrafo de paisajes (aunque es válido para cualquier tipo de fotografía y de arte) lo que conocemos como la Mirada. Aquí comienza la labor de conformar a través de la mirada un paisaje que provoque algún tipo de emoción o sentimiento; alegría, tristeza, pena, elegancia, sutileza, dramatismo… para culminar con algún tipo de reacción en el observador/lector de la fotografía.
Mar de nubes. Sierra de las Nieves. Málaga. Nubes entrando por el este, se aproxima la tempestad, al final tocó mojarse.
Miramos para contemplar, por el mero gusto de mirar.
A través de la vista podemos realizar los actos: VER, OBSERVAR y MIRAR.
Ver, es un acto biológico, es el hecho físico-biológico de percibir la luz reflejada sobre una superficie. Ejemplo, el paisaje en sí mismo.
Observar, se puede considerar como un acto intelectual, donde somos capaces de distinguir los distintos elementos que existen en ese espacio. Ejemplo: caminos, bosque, nubes, rocas, lago, árbol, colores, texturas…
Mirar, es un acto cultural. Durante este acto, no sólo somos capaces de distinguir los distintos elementos que hay en la escena, sino además reconocerlos y tener una idea de la relación que tienen entre ellos en ese espacio. Ejemplo: Un camino que une una casa con el bosque, una acequia que pasa cerca de una zona cultivada, un campo de labor empedrado abandonado que posiblemente cultivaran la familia que vivía en aquel cortijo en ruinas y castigado por el tiempo… Quizás en este momento de la captura de la fotografía no se dispone de toda la información necesaria para detectar la interrelación de los elementos observados, de ahí que se considere como un acto cultural, ya que, o se dispone de un conocimiento previo o se hace necesaria la investigación y documentación sobre lo fotografiado y su entorno. En definitiva se trata de plasmar toda una historia, argumento o discurso con la imagen captada y ser capaz de transmitirla.
Creo, al menos así lo espero, que con este artículo haya conseguido contestar la pregunta ¿Qué he fotografiado?
Camino a la inmensidad. Tajo de la Caína. Málaga. Con mucha precaución, merece la pena internarse por estos caminos entre la niebla.
Cerro de los Arcos. Sierra de las Nieves. Málaga. Las líneas de fuga que conforman estos estratos verticales, apuntando hacia las nubes oscuras es lo que me llamó la atención para esta composición.