Septiembre de 2023.
Escrito en Los Coloraos. Sierra de la Nieve.
Nací en Málaga capital, en el siglo pasado, cuando este país aún estaba en blanco y negro para mí. Bueno, concretamente para mí estaba más negro que blanco, ya que seis meses antes de nacer el panorama en mi casa era bastante triste.
Aunque en cierto modo tuve una infancia feliz –al menos estos son los recuerdos que atesoro–, era cuando sentía una profunda emoción al escuchar a mi madre decirme: “vamos que nos vamos, para Ronda a ver a tu hermano en La Colonia”. A partir de ese momento se me erizaba el cabello solo de pensar en aquel autobús de Portillo en las cerradas curvas de la carretera de San Pedro Alcántara, ¡qué barrancos y precipicios! Prefería ir mirando hacia arriba por la ventanilla abierta, hacia las montañas. Al menos hasta que estuviéramos cerca de Ronda; por la Venta de Julio.
Luego durante la adolescencia visitaba estas sierras con fines montañeros, subiendo y bajando cañadas y cumbres me sentía feliz por estas tierras. En una ocasión con mi otro hermano recorrimos toda la sierra desde la carretera de San Pedro hasta Yunquera ascendiendo La Torrecilla y cuantas montañas se nos pusieron en medio. Tuve la suerte de conseguir una plaza de delineante en la entonces Agencia de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, y digo suerte, porque aparte del trabajo y conseguir algún dinerillo, tuve a mi disposición de consulta toda la cartografía y demás documentación del Parque Natural Sierra de las Nieves. Incluso conseguí un permiso para pasar unos días en el refugio de Los Quejigales, que aproveché para conocer aún mejor estos bosques y entablar amistad con la guardería forestal.
Más tarde, cuando fui el director del Área de Formación de Técnicos Deportivos de Montaña de la Federación Andaluza de Montañismo, quise establecer el Centro de Formación en Ronda, pero esto no pudo ser al no llegarse a ningún acuerdo para que así fuera. Faltó algo de visión de futuro de lo que estaba por venir.
Siempre que volvía de mis viajes por esas montañas del mundo y pasaba de nuevo a ver mis aristas, mis cañadas, mis pinsapos, mis maltrechos cortijos pensaba lo mismo, ¿por qué Ronda siendo un lugar de montaña, permanecía al margen del montañismo en general? Pensaba en que esta ciudad debería ser el Benasque del Pirineo, el Chamonix del Mont Blanc, la Zermatt del Cervino o la Zakopane del Tatras.
Mientras vivía retirado de la ciudad, en el campo en la Estación de Cártama, el destino me hizo un guiño afortunado y conseguí trabajar en Ronda. Ya no venía de visita por estos territorios, ahora vivía aquí por lo que la sierra se convirtió en un escenario muy cercano y familiar, tanto que aproveché esta época de mi vida para la publicación de mi libro Miradas. Sierra de las Nieves. Siendo uno de los trabajos que más satisfacciones me ha dado, un placer salir de casa y estar en la montaña en unos pocos minutos.
Ahora cuando realizaba largos viajes, sabía que la vuelta no era otra cosa que un destino más. Siempre he viajado por carretera, en furgoneta o autocaravana buscando lugares donde pernoctar con el vehículo para realizar mis actividades montañeras. Por suerte en Europa, de siempre han existido zonas o áreas donde poder hacer esto de pernoctar y avituallarse. Y evidentemente, cuando volvía a Ronda pensaba que, al no existir aquí este cómodo y barato servicio, los forasteros que viajaban en mis mismas condiciones cuando llegaban a Ronda no disponían de estos espacios. Así que, por vivir en Ronda, conocer su entorno y saber de esta necesidad, mi gran amigo rondeño y yo nos volcamos en crear un área para autocaravanas que felizmente va funcionando bien.
Y lo que nunca me podría imaginar ni en mis mejores sueños es haber conseguido vivir definitivamente en Ronda, con las montañas en la puerta de casa, y un precioso negocio con tres empleados dedicado a facilitar la estancia en estas maravillosas tierras a viajeros de todo el mundo.
Para colmo de bienes, mi mujer posiblemente consiga su puesto de trabajo también en Ronda, qué más se puede pedir.
Disfruto de este territorio, sus paisajes, sus gentes, … y acabaré en Ronda.
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